Con la burbuja inmobiliaria, también se hinchó y pinchó el mercado de los suelos y terrenos. Todos sabíamos que los ayuntamientos y las constructoras se pasaban el día recalificando fincas para financiarse unos y lucrarse otros. Pero lo que yo no sabía es que la fiesta fue tal tamaño que ahora la resaca amenaza a todo el continente. El Economist tiene esta semana un artículo que lo explica:
HOW bad Europe’s debt crisis gets depends largely on Spain, which would be much harder to rescue than smaller economies like Greece. How bad things get in Spain depends largely on the banks, which are already trying to find an additional €15 billion ($21.1 billion) to meet new capital requirements imposed by the government. And how bad things get for Spanish banks depends largely on the country’s unfolding property bust. Nestling at the heart of these worries is land.
Traduciendo al español (con Google Translate!):
Cuán mala sea la crisis de la deuda de Europa depende en gran medida de España,que sería mucho más difícil para rescatar que las economías más pequeñas, comoGrecia. Y lo mal que se pongan las cosas en España depende en gran medida de los bancos, que ya están tratando de encontrar un capital adicional de € 15 mil millones (21.1 mil millones dólares) para satisfacer los nuevos requisitos de capital impuestos por el gobierno. Y lo mal que se pongan las cosas para los bancos españoles depende en gran medida de la crisis nacional del mercado de propiedades. Ubicados en el corazón de estas preocupaciones están los terrenos.
Vamos, que en buena medida la salud financiera de la Unión Europea depende de cómo consigan los bancos españoles lidiar con la abundancia de terrenos y los préstamos a inmobiliarias. Este mercado se ha desplomado de 23,000 millones de euros en 2004 a 4,000 en el 2010. No pinta muy bien, pero lo peor es que los excesos cometidos por la obsesión del ladrillo los estaremos pagando los españoles y quizá los demás europeos durante años o incluso décadas...